Fuente: Imágenes de Google
La perseverancia
Tamar era la nuera de Judá, uno de los hijos de Jacob. El primer marido de
Tamar se llamaba Er. Pero Dios no le gustaba su conducta perversa y lo hizo
morir.
Por quedar viuda, según la tradición de la época, Tamar tendría que casarse
con el hermano menor de su marido. A pedido de Judá, Onán, el segundo hijo se
casó con ella pero sin aceptar que tuvieran un hijo. Tal actitud también
desagradó a Dios, y Onán murió. Le quedaba solo un hijo más a Judá, Sela.
Temiendo perder al único hijo que le quedaba, Judá le pidió a Tamar que
regresara a la casa de su padre hasta que Sela se convirtiera en un
hombre para desposarla.
Era una vergüenza para una mujer que ya había estado casada, tener que
regresar a la casa de los padres sin marido y sin hijos. Pero Tamar enfrentó
esa vergüenza.
El tiempo pasó. Sela se hizo hombre y Judá olvidó su compromiso. Él no le
daría a su hijo a una mujer que parecía tener una maldición. Y Tamar se
transformó en la olvidada. Durante mucho tiempo enfrentó el desprecio, la
soledad, las miradas críticas, pero decidió tomar una actitud osada.
Disfrazada, se acostó con su suegro, Judá (quien para esa época ya estaba viudo) y quedó embarazada. Al saber del embarazo de la ex-nuera, Judá se indignó, pero al darse cuenta de que el era el padre, dijo:" Más justa es ella que yo, por cuanto no le he dado a Sela, mi hijo". Tamar tenía todo para desistir. Pero por las leyes de la época, ella tenía un derecho y fue tras ese derecho. Tamar fue madre de gemelos.
Tamar es un personaje bíblico del Antiguo Testamento.
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