Según la mitología griega, Narciso era un joven muy hermoso que enamoraba a todas las doncellas, las cuales siempre eran rechazadas. Entre ellas estaba una ninfa, Eco. Ella era incapaz de confesarle su amor a Narciso debido a que fue condenada por Hera a repetir la última que salía de la boca del joven. Un día, Narciso se negó a aceptar el amor de Eco haciendo que la ninfa se ocultase en una cueva hasta consumirse. Como castigo, Némesis hizo que él se enamorase de su propia imágen al verla reflejada en el agua, y siendo incapaz de alejarse de su reflejo, acabó tirándose a las aguas. De ahí nació la flor narciso, muy conocida actualmente.
En la versión romana de Ovidio se cuenta que la ninfa Eco se enamora de Narciso (hijo de la ninfa Liríope de Tespia). Liríope, preocupada por él, consulta a Tiresias sobre el futuro de su retoño. Su hijo viviría hasta una avanzada edad mientras no se conociese a sí mismo. Un día Eco, sufriendo la misma condena que en la versión griega, se intentó acercar a Narciso, pero fue rechazada al intentar abrazarlo y pasó el resto de su vida consumiéndose por el amor que nunca sería correspondido. Tras esto, Narciso es engañado por Némesis. El joven se acercó a un arroyo y al ver su imágen reflejada en el agua quedó atrapado en su visión de vanidad haciendo que se suicide al no poder tener el objeto de su deseo (su reflejo). Y donde yacía su cuerpo sin vida nació una flor, la flor narciso.
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| Fuente: Imágenes de Google |
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